Los sensibiluchos, como los amorosos...

Los sensibiluchos, como los amorosos, buscan y nunca encuentran; su búsqueda es la lucha constante por detener el agua entre sus manos, es el deseo de traspasar las barreras de la cotidianidad y el desencanto. Tristes tiempos para los sensibiluchos, la sociedad actual no entiende de sueños ni de poesías, su prisa es por llegar primero a ningún lado, su lucha es por demostrar su valor ante sus pares donde el que más y mejores cosas tiene vale más, aunque esto no tenga sentido. La gente se ríe de los sensibiluchos, no los entiende, piensan que hablan otro idioma, un idioma que da vueltas innecesarias, que se preocupa por cosas sin sentido ¡Que inocentes! Dicen, y se van riendo pensando que los sensibiluchos no han aprendido suficiente de la vida, creyendo que su inocencia es una debilidad y que su sensibilidad es un juego tonto, que la vida con sus golpes los hará madurar, que se toparán tarde o temprano con el desencanto.

Los sensibiuchos ven el mundo de manera distinta, donde lo que importa es el fondo y no la forma, la sustancia y su color, el reflejo de la luz en un vidrio, el aroma de una taza de café, el sonido de una risa o de un suspiro, el calor de un beso y de una caricia compartida. Para los sensibiluchos no hay futuro, no existe Dios ni existe el diablo, hay inocencia y una curiosidad interminable, saben que el destino no es un lugar sino un camino.